jueves, 8 de noviembre de 2007

Diario de Chem Stormstout

Día 52 del Murciélago Frugívoro

Investigando por las cuevas, pronto encontremos a los prisioneros de los enanos negros, al vernos se les encendió la chispa de la esperanza en sus ojos. Me dispuse a liberarlos y además a prepararles algo de comer, que seguro que lo agradecían.

Tras preparar una deliciosa comida a base de barro, raíces y unas cosas que le crecían al enano detrás de la oreja, invité a todos los presos hambrientos a la mesa; supongo que les deberían haber sometido a torturas terribles, pues se negaron en rotundo, finalmente les pareció más saludable comerse los cubiertos.

Una vez terminada la comida, nos dispusimos a partir a Stormwind, para llevar a los desdichados prisioneros con sus familias (y a de paso, llenarnos un poco más los bolsillos, que nunca iba mal). Mis compañeros creyeron apropiado que fueran los esclavos los que tiraran del carro de minerales que recuperemos, afirmaban "Que para eso les habíamos liberado" y "Total, estos muertos de hambre ya están acostumbrados a que les jodan bien". Tras la rotunda negativa de los liberados, nuestro enano partió una piedra del tamaño de un puño con la cabeza*1 e inmediatamente los esclavos creyeron que era una estupenda idea, todavía tengo mucho que aprender de la diplomacia en Ironforge.

Día 55 del Murciélago Frugívoro

Tres días nos costó llegar a la ciudad de Stormwind, al llegar a sus puertas, los recién liberados presos corrieron a los guardias suplicando misericordia y protección oficial contra "esos salvajes bastardos que casi les matan", lo que deben haber sufrido a manos de los malvados enanos negros, los pobres...

Nuestro sanador se acercó a un guardia, y pidió que viniera el capitán que les encomendó la misión, que tenía muchos vicios que pagarse y que el oro no creía de los árboles*2. Al guardia le vino una risilla floja y se fue a buscar a su capitán. El elfo arqueó una ceja y masculló unas palabras en élfico.

Tras unos minutos de espera, llegó el humano que tenía que darnos la recompensa, pero lamentablemente la economía estaba un poco floja y nos dijo que si queríamos dinero, que nos fuéramos a una esquina con un bolso. Juro que pude ver una vena del tamaño de un brazo en la frente de nuestro compañero elfo nocturno (a los otros sólo les pude ver la espalda, pues cuando la última palabra abandonó la boca del capitán, mis amigos ya estaban cogiéndole el cuello al grito de "Damemiputodinero").

Tras una ardua pelea, en la que vi a mis compañeros luchar como nunca, el capitán nos explicó que si queríamos recompensa, que lleváramos la carreta de mineral recuperada a Ironforge a ver si nos daban calderilla, y ya puestos que a ver si nos perdíamos y para que nos asesinaran los bandidos.

La idea de humanos muertos a los que saquear alegró el corazón de mi grupo, y dirigimos nuestros pasos a las montañas de Khaz'Modan, a la búsqueda de nuestro oro*3 y a salir de esta alianza que tan pocos beneficios aportaba, la cría del murloc de pantano parecía un negocio más beneficioso para mis amigos.

En cuando a mí, casi se me salta el corazón de alegría cuando escuché nuestro próximo destino, por fin llegaría a las tierras de los enanos, donde usaría el oro que había ganado hasta el momento para instalarme y así poder aprender todos los secretos de la destilería enana. Quería montar una destilería de cerveza curativa, estaba seguro que los guerreros de Ironforge la agradecían más que las actuales pociones de sus sanadores. Con el dinero que ganaría y una vez estabilizado, enviaría una carta a mi maestro y familiares para invitarles a visitar estas extrañas y fascinantes tierras, y de bien seguro que disfrutarían el viaje tanto como yo lo hice en su momento.

Por fin había terminado mi aventura y con ello, este diario, quiero invitar a un brindis a todo aquel por el que lo haya tenido entre sus manos y haya tenido la paciencia de leerlo hasta el final.

¡Salud!





*1-Y por desgracia para un esclavo, no fue la suya propia.
*2-Todavía desconfiaba de esta afirmación, y es por ello que tenía pensado estudiar las artes druídicas de su gente, para averiguar que había de cierto en aquella expresión.
*3-O en el mejor de los casos, el de los demás.


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PD: He de decir que fue aquí donde terminó la partida en la que interpreté a Chem (bueno, queda por narrar un combate con unos bandidos a los que, efectivamente, saqueamos después de muertos :) ), es por ello que ahora si que se han terminado del todo los relatos de este adorable panda.



Un saludo a todos, y gracias a los que lo han leído.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola,las historias del oso panda siempre me conmueven, pero esa manía de escribir cosas como "saqueemos"... no puede ser escrita por un universitario...

PD: se escribe saqueAmos

saludos

Pakho dijo...

Es que resulta que no soy universitario B)

Pero bueno, lo cambio u.u uno que es manco y tal...