Aventuras en Azeroth - Prólogo (Segunda parte)
La vida está llena de decisiones, desde aquellas más simples que únicamente precisan de unos segundos para ser resueltas hasta aquellas que ni en varias vidas podrías resolver (y que a menudo, suelen costarte al menos una de ellas, concretamente, la que estás viviendo en esos instantes).
Weldin se encontraba ante una decisión de tamaño considerable, tuvo que pensar seriamente si una muerte segura y dolorosa sería peor que acompañar a aquellos sujetos con los que se hubo encontrado en las afueras de Gnomeregan (lo cual posiblemente llevaría también a una muerte segura y dolorosa).
Finalmente, la posibilidad de conservar la piel sobre la carne durante un periodo de tiempo adicional atrajo la atención del pequeño gnomo, que decidió probar suerte con aquel peculiar grupo. Además, no parecían un grupo demasiado lamentable, el enano de barba pelirroja llamado Gröim portaba una armadura que, si los ojos de Weldin no mentían, parecían hecha de escamas de dragón (y un aventurero normal no podría costearse semejante armadura) y un rifle que por el modo que lo sujetaba, parecía formar parte de su propio ser.
El otro enano, Trofnom, tenía en su poder un rifle "Big John Torium 20 mm.", capaz de atravesar de lado a lado a un jabalí, además Weldin recoció que portaba consigo un temible "Rayo gnomico", cuyo oscuro uso parece ser tabú incluso entre los gnomos*1. Tanto él como su compañero parecían cazadores...
Y aquella humana, llevaba una armadura que posiblemente ni un hachazo de orco podría traspasarla (y, por otro lado, realzaba mucho sus...cualidades femeninas), además de una gran maza de armas que irradiaba una extraña luz azulada. Por su aspecto Weldin supuso que se trataba de una guerrera de la luz, una paladina.
Disculpen... -dijo tímidamente Weldin a Gröim.
¿Sí? -le escupió el enano.
Er... -Weldin se quitó de encima aquella saliva que apestaba a cerveza barata- ...por algún casual no os dirigiréis a Ironforge, ¿no?
¡Siiiiií! -dijo la humana rebosante de alegría- Tengo ganas de ir a la subasta de Ironforge a vender mi parte del botín de nuestra última mazmorra.
Que viene a ser todo lo que había en la cueva... -susurró Trofnom a Gröim.
Hmpf...es cierto, nunca había visto nadie tan ágil a la hora de recoger el botín del enemigo, y menos embutida en esa armadura de placas*2... -respondió Gröim.
Errr... -el gnomo parecía confuso- ¿entonces vamos?
Claro -respondió Trofnom- vayamos.
Weldin estaba satisfecho, pronto iría a Ironforge, al barrio de los gnomos. Volvería a ver a sus amigos y familiares, o al menos a los trozos que quedan de sus familiares...pero su sexto sentido gnomo le impedía relajarse totalmente, parecía que con aquello no podía simplemente relajarse y esperar llegar a su destino...
Y un monstruoso gruñido dio la razón al sexto sentido de Weldin.
Vaya -dijo Gröim- por fin Noa ha encontrado a Alagélida.
¿Alagélida? -preguntó Weldin antes de que le diera tiempo a arrepentirse por haber nacido.
Sí, el dragón de estas montañas -respondió Trofnom mientras calibraba el peso de su rifle.
¿Un dr...? -balbuceó Weldin.
Y esta vez no os hagáis los muertos mientras yo me enfrento a él -interrumpió Taisha en un tono alegre- o seré yo quien os remate
Esperad, esperad....¿un drag...? -Weldin no pudo terminar la frase, una enorme criatura le saltó encima. Todo lo que había a su alrededor era un suave pelaje grisaceo.
Continuará...
1*: Aquel era el único tabú entre los gnomos, junto a la aparición de niños gnomos de tres cabezas cornudas tras la salida al mercado de un nuevo tipo de golosina con un extraño brillo verdoso, las Yummi Nuclear Flavor.
2*: Sería más exacto llamarlo sujetador de placas, pero por algún misterioso motivo protegía del mismo modo que si fuera una armadura de placas completa.
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