Un viaje peculiar

¡Buenos días a todos!

Me encuentro aquí, medio dormido en el ordenador de mi novia, escribiendo para mostrar al mundo que sigo vivo (o no). Siento estas faltas de actualizaciones pero asuntos importantes a la vez que oscuros me llamaban.

En fin, voy a aprovechar esta entrada para explicaros todas las cosas que pueden ocurrirte mientras realizas un viaje en bus Castellón-Madrid. Todo lo que voy a explicar está basado en hechos reales.

Me dirigía alegremente a la estación de autobuses (gracias por llevarme Fara) para coger el bus de las 12:15 (deberían haberlo llamado el de las 12:30, pero bueno), este fin de semana prometía.

En fin, subo en el bus y a mi lado se sienta un marroquí que le da una bajada de tensión y se queda frito tal y como se sienta. Genial, no me gusta hablar durante los trayectos de autobús.
Delante tengo a un hombre que huele a caliqueños y coñac Magno, además juraría que lleva injertos en el cabello. Un vistazo más a fonde me revela que el hombre lee prensa independiente, plural y abierta: La razón. Tras unos segundos suena su móvil y escucho la melodía del NODO, ole sus huevos.
Por lo demás, el resto de fauna que había a mi alrededor bastante normalitos, prometía ser un viaje interesante.

Por fin llega el conductor, y tras ponernos 8 anuncios de bus-tonos y bus-politonos (además de un anuncio de una compañía de teléfonos) comienza la película (y digo yo, ¿cuanta más publicidad 'inevitable' van a ponernos al final? ¿la pondrán también en las colas del cine con un señor que nos ponga carteles en la puta cara? ¿en los libros de texto? parece que se ha hecho cierta la expresión vivir para ver, señores/as).

Finalmente llegamos a un punto de descanso (que según épocas es distinto, supongo que para darle algún tipo de emoción al viaje en bus además del "¿Qué película nos pondrán?", ahora podremos preguntarnos "¿Donde me pegarán el sablazo por un bocata de lomo?"). El sitio no tiene desperdicio, música de Alejandro Sanz y una bandera ondeando en lo alto, esto promete.
Cruzo la puerta giratoria y entro en el bar/restaurante y me pido un bocata mientras escucho
de fondo un *Crejjj* *Crejjj*, me giro y veo un hombre empujar la puerta para que girara más rápido (el pobre no debe haber entendido el significado del cartel que tenía a 10 cm de la cara que ponía "NO EMPUJAR"), mientras que el camarero que me atendía daba recuerdos a la familia de aquel hombre toma nota de mi pedido.
Me zampo mi comida al ritmo de Chenoa y Melendi, espero que no se me repita luego, y con el bocadillo de calamares congelados entre pecho y espalda, me voy al baño a regar las plantas. Lo que vi allí rozaba lo asombroso con lo subrealista, un hombre se estaba afeitando mientras que un chaval de unos 15 años se eliminaba el acné a golpe de pellizcos mientras se miraba desde TODOS los posibles ángulos en el espejo para comprobar el resultado de sus operaciones. Tuve que tener cuidado que no se me cortara el chorrillo con la risa.

De vuelta al bus, a mi compañero de fila le vuelve a bajar la tensión y apoya su cabeza con el asiento de delante emitiendo débiles ronquidos, mientras me pregunto como se puede dormir así me quedo frito a intervalos (los intervalos consistían en: cierro los ojos, me duermo, se me dobla el cuello y casi me lo rompo, me despierto, cierro los ojos, me duermo, se me dobla el...).

Llegamos finalmente a Madrid, no sin antes ver un:
a) Autostopista semi-desnudo.
b) El hombre de mi lado hablando en sueños.
c) El hombre que tenía delante dando lecciones de política a su sufrido acompañante.

En fin, está claro que ni en un viaje en bus de cinco horas puedo aburrirme en paz...¿será cosa mi desodorante?